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Pero eso me hizo pensar también que quizás, no todos pero si la mayoría, hemos distorsionado nuestro papel de padres, cuando en lugar de buscar formarlos nos vamos a un extremo y nos convertimos solo en los que los criticamos,, juzgamos, vemos malas notas, les pedimos cambios, o que maduren rápidamente, sin darles el espacio que todo ser humano necesita para madurar.
Especialmente cuando llegan a la adolescencia, la etapa donde los padres entramos en crisis no ellos.
Quizás hemos distorsionado nuestro papel cuando nos ponemos como sus principales acusadores, los que casi siempre estamos en contra y no les hemos podido establecer en su corazón, que estamos a su favor.
No estoy diciendo que les avalemos los malos comportamientos, o nos hagamos del ojo pacho en áreas que necesitan corrección. Pero tales hemos fallado en la forma de llevarlos o guiarlos hacia su camino.
El libro sagrado aconseja que les instruyamos en su camino, y aun cuando fueran viejos, no se apartaran de él.
Instruir es enseñar con persistencia, con paciencia, pero sobre todo con fe, esperando que un día ellos reconocerán que no todo, lo que les decíamos eran locuras nuestras, talves algún día tomaran nuestro formato para querer educar a sus hijos con ciertas correcciones, talves algún día, aunque no lo veamos, nos darán las gracias en sus corazones
He entendido que Dios no me puso como padre de mis hijos para clonarme, sino dejar que sean aquellos que fueron llamados a ser en su destino. Y sobre todo no fui puesto por Dios para ser su principal acusador o juzgador, no estoy en su contra sino a su favor.
Ver cometer errores a tus padres, no debe de ser tan gratificante para los hijos, pero sí creo que saludable, porque a un de mal ejemplo, les podemos servir para que no cometan los mismos horrores
No me p
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