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Remberto
Esta expresión en medio de un mundo de desilusiones es una gran verdad. No existe alguna persona, sin importar su creencia religiosa, estado social o edad, que no haya pasado por alguna pequeña o gran desilusión. Esa terrible devastación tarde o temprano nos visita, y en algunos casos más de alguna vez, podría dejarnos inválidos espiritual o emocionalmente.
Desilusionamos o nos desilusionan, eso no va a cambiar para nadie, por lo tanto en lugar de buscar causas o culpables, es necesario buscar el cómo responderemos ante cada desilusión.
Osteen añade: “generalmente la desilusión va acompañada de una contrariedad, pero nadie espera que sea una roca impenetrable o una isla inaccesible en el mar, y ni Dios espera que sea tan duro”
Ignorarlas o aparentar que no movieron nuestros cimientos, al punto de traernos dolor no es la solución, no podemos separar los huevos revueltos, una vez ya han sido cocinados en nuestra vida.
La clave sigue siendo aprender, no es fácil, no es mágico, pero ayuda cuando nos enfocamos en la enseñanza detrás de cada desilusión, ¿Qué necesitaba saber, cual era la verdad oculta, la maleza que estaba creciendo?¿Tenia una sobredimensión de la persona, o mantenía una mente cerrada?
Solo hasta que nos damos cuenta de esa desilusión es que podemos caminar un poco más firmes en realidades y no suposiciones.
Consejos de Osteen en el proceso aprender-desilusión:
- No se deje atrapar por el pasado, es mejor soltarlo
- Dios no cambiará la voluntad de una persona. En ese sentido hay cosas que pasaran porque las otras personas han decidido
- No ponga un signo de interrogación donde Dios ha puesto un punto.
¿Qué haremos con respecto a las desilusiones en la vida?. Eso es lo más determinante, pero recuerde que tratar de separar los huevos revueltos, seguirá siendo la peor decisión.
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